domingo, 18 de noviembre de 2012

'Resistiendo a Dios' (Éxodo 17:1-16)



Habiendo resuelto el problema de la comida, el pueblo de Israel volvió a quejarse por la falta de agua (v.1-2).  Altercaron con Moisés (v.2a), y hasta querían matarlo (v.4b).  No sólo eso, sino que cuestionaron a Dios – “¿Está, pues, Jehová entre nosotros o no?” (v.7b).    Moisés ya se estaba cansando del pueblo, y pensando ‘¡Por qué los saqué de Egipto!’ (v.4a).

Dios le mandó a Moisés a colocarse delante del pueblo, juntamente con “los ancianos de Israel”, y tener su vara en la mano (v.5).  ¿A qué se debe la presencia de los ‘ancianos’?  Posiblemente, ellos eran parte del problema; quizá estaban fomentando una actitud crítica hacia Moisés, o al menos transmitiendo dicha actitud.  Por eso era importante que ellos vean el milagro que Dios estaba por hacer (v.6b).    Si Moisés quería  tener a un pueblo tranquilo, tenía que tener ‘ancianos’ que lo apoyaban, y controlaban al pueblo.

Luego de esto, se presentó una amenaza militar (v.8).  Moisés envió a Josué a pelear, mientras él se propuso apoyarlo en oración (v.9).  Eso nos enseña la importancia de compartir el trabajo; cada uno haciendo lo que le compete, bajo la dirección de Dios.

La relación entre la oración de Moisés y la lucha contra los amalecitas (v.11) ha sido tomada como una buena ilustración de un principio espiritual.  Para derrotar a nuestros enemigos (sean internos o externos), no es suficiente orar una vez; hay que permanecer en una actitud de oración, hasta que Dios haya concedido la victoria final.  La perseverancia no era una cualidad que se destacaba en Israel; pero era imprescindible en el liderazgo de Moisés. 

Moisés no podía interceder sólo; se cansaba (v.12a).  Así que dos hombres lo acompañaron y le fortalecieron en la tarea de interceder ante Dios, a favor del pueblo que luchaba (v.12b). Como consecuencia, Josué logró derrotar completamente a Amalec (v.13).  El lenguaje es fuerte (v.13), pero Dios lo justifica, diciendo algo parecido (v.14b).  La explicación está en el v.16.  Al atacar a Israel, Amalec se estaba rebelando contra “el trono de Jehová”; es decir, contra Su gobierno y soberanía.  ¡Eso era muy serio (Sal 2:1-6)!   Amalec iba a sufrir lo mismo que Egipto – la destrucción total.  ¡No tiene sentido pelear contra Dios, y tratar de frustrar Sus propósitos!

REFLEXIÓN: ¿Te estás rebelando contra Dios en alguna área de tu vida?   Es mejor someternos a Su voluntad, que seguir peleando en una lucha que no podremos ganar.   ¡Nadie le gana a Dios – jamás!

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