Habiendo resuelto el problema de
la comida, el pueblo de Israel volvió a quejarse por la falta de agua
(v.1-2). Altercaron con Moisés (v.2a), y
hasta querían matarlo (v.4b). No sólo
eso, sino que cuestionaron a Dios – “¿Está,
pues, Jehová entre nosotros o no?” (v.7b). Moisés ya se estaba
cansando del pueblo, y pensando ‘¡Por qué los saqué de Egipto!’ (v.4a).
Dios le mandó a Moisés a
colocarse delante del pueblo, juntamente con “los ancianos de Israel”, y tener su vara en la mano (v.5). ¿A qué se debe la presencia de los ‘ancianos’? Posiblemente, ellos eran parte del problema;
quizá estaban fomentando una actitud crítica hacia Moisés, o al menos
transmitiendo dicha actitud. Por eso era
importante que ellos vean el milagro que Dios estaba por hacer (v.6b). Si
Moisés quería tener a un pueblo
tranquilo, tenía que tener ‘ancianos’ que lo apoyaban, y controlaban al pueblo.
Luego de esto, se presentó una
amenaza militar (v.8). Moisés envió a
Josué a pelear, mientras él se propuso apoyarlo en oración (v.9). Eso nos enseña la importancia de compartir el
trabajo; cada uno haciendo lo que le compete, bajo la dirección de Dios.
La relación entre la oración de
Moisés y la lucha contra los amalecitas (v.11) ha sido tomada como una buena
ilustración de un principio espiritual. Para derrotar a nuestros enemigos (sean internos
o externos), no es suficiente orar una vez; hay que permanecer en una actitud
de oración, hasta que Dios haya concedido la victoria final. La perseverancia no era una cualidad que se
destacaba en Israel; pero era imprescindible en el liderazgo de Moisés.
Moisés no podía interceder sólo;
se cansaba (v.12a). Así que dos hombres
lo acompañaron y le fortalecieron en la tarea de interceder ante Dios, a favor
del pueblo que luchaba (v.12b). Como consecuencia, Josué logró derrotar
completamente a Amalec (v.13). El
lenguaje es fuerte (v.13), pero Dios lo justifica, diciendo algo parecido
(v.14b). La explicación está en el
v.16. Al atacar a Israel, Amalec se
estaba rebelando contra “el trono de
Jehová”; es decir, contra Su gobierno y soberanía. ¡Eso era muy serio (Sal 2:1-6)! Amalec iba a sufrir lo mismo que Egipto – la
destrucción total. ¡No tiene sentido
pelear contra Dios, y tratar de frustrar Sus propósitos!
REFLEXIÓN:
¿Te estás rebelando contra Dios en alguna área de tu vida? Es mejor someternos a Su voluntad, que
seguir peleando en una lucha que no podremos ganar. ¡Nadie le gana a Dios – jamás!
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