sábado, 3 de noviembre de 2012

'Es Dios Quien Hace la Obra' (Éxodo 6:14 - 7:7)



En este pasaje tenemos el contexto familiar de Moisés (Éx 6:14-25), y el contexto espiritual en el cual sirvió a Dios (Éx 6:26 – 7:7).

Moisés nos presenta una genealogía resumida de los primeros tres hijos de Jacob: Rubén (v.14), Simeón (v.15) y Leví (v.16).  Luego procede a informarnos en mayor detalle de los descendientes de Leví, para que sepamos algo de la familia extendida de los protagonistas principales del éxodo de Egipto (v.17-25).  De esta genealogía, aprendemos que Moisés era descendiente de Coat, el segundo hijo de Leví (v.18).  Notemos que, a pesar de los sufrimientos propios de la esclavitud en Egipto, los integrantes de la familia de Leví fueron longevos (v.16b, 18b, 20b).  Eso señala la bendición de Dios sobre esa tribu, y explica por qué Moisés, a los 80 años (Éx 7:7), estaba listo para comenzar la misión de liberar al pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto.

El v.20 menciona un hecho bastante cotidiano: “Amram tomó por mujer a Jocabed”.  En medio del sufrimiento de la esclavitud, los hijos de Israel seguían con cierta normalidad de vida – se casaban.  Pero en este caso, el matrimonio dio un fruto muy especial – Moisés.  ¡Quién lo habría pensado cuando la pareja se casó!  Que ellos serían los padres del futuro salvador de la nación, y de un hombre tan importante en los planes de Dios. La RV afirma que Jocabed era la tía de Amram; si fue así, entonces era una relación matrimonial que luego se prohibió (Lev 18:12).  Sin embargo, algunas traducciones antiguas del Antiguo Testamento (a los idiomas griego y arameo), señalan que Jocabeb fue la prima de Amram.

Habiendo descrito su contexto familiar, Moisés ahora procede a resumir el contexto espiritual de su ministerio (Éx 6:26 – 7:7).  Por tercera vez, él hace referencia a lo que percibía como una debilidad personal – era “torpe de labios” (v.30; ver Éx 4:10; 6:12). Sin embargo, a pesar de esa debilidad natural, Moisés contaba con el gran poder de Dios.  Ese poder hizo de Moisés un “dios” para Faraón (v.1).  Él tenía que aprender que, cuando se trataba del servicio a Dios, lo importante no es los talentos naturales que uno tiene, sino la presencia y el poder de Dios en nuestras vidas. ¡Por eso Dios se manifestó a Moisés (v.28-29)!  Y por eso era importante también la obediencia (v.2).

Sin embargo, por tan importante que era el conocimiento de Dios, y la obediencia a Su Palabra, esas cosas en sí no iban a garantizar el éxito del ministerio de Moisés.  ¡NO!   Era DIOS quien tendría que obrar. Felizmente, Él prometió hacerlo (v.4-5).

REFLEXIÓN: La edad de Moisés y Aarón (v.7) no fue un obstáculo para la obra, porque era DIOS quien iba a hacer el trabajo, no ellos.  Si estás sirviendo a Dios, ¿en qué estás confiando para que tengas ‘éxito’ en el ministerio?   ¿En lo que TU puedes hacer, o en lo que DIOS puede hacer por medio de ti?

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