En el transcurso de los días, el
suegro de Moisés escucha de todo lo que Dios ha hecho a favor de Su pueblo, y
sale al encuentro de Moisés (v.1, 5).
Lleva con él, la esposa y los dos hijos de Moisés (v.2-4). Evidentemente, Moisés se los había enviado a
la casa de Jetro, por su protección, durante la confrontación con el
faraón.
Moisés da testimonio de todo lo
que Dios había hecho a favor de Israel, tanto para sacarlos de Egipto, como
para conducirlos hacia el monte Sinaí (v.8). Las palabras de Moisés impactaron a Jetro en
CUATRO maneras:
i.
Alegraron su corazón (v.9).
ii.
Confirmaron que Jehová es el verdadero Dios (v.11).
iii.
Alabó a Dios (v.10).
iv.
Ofreció sacrificios al Dios de Israel (v.12).
¿Habrá sido su conversión? No lo sabemos. De todos modos, la reacción de Jetro muestra
el gran valor de contar a otros las maravillas que Dios hace a favor nuestro.
Durante su estadía, Jetro vio
algo del trabajo de Moisés, como líder de Israel (v.13-14a). Jetro no se dejó impresionar por todo el
trabajo que Moisés tenía, o por su gran autoridad sobre el pueblo. Más bien, viendo que Moisés no hacía bien algunas
cosas, se lo dijo claramente (v.17-18), y le dio una orientación práctica
(v.19-23), diciendo:
- “Enseña a todo el pueblo la ley de Dios (v.20),
para que no tengan que venir individualmente para saber qué hacer en diferentes
circunstancias”.
-
“Nombra jueces de integridad para que traten los
casos sencillos” (v.21-22).
-
“Tú encárgate de los casos más difíciles” (v.22).
Moisés aceptó las recomendaciones
de Jetro, con sencillez, y las implementó (v.24-25). Seguramente pudo discernir la voz de Dios en
las palabras de su suegro. Habiendo
ayudado a su yerno, Jetro volvió a su tierra (v.27).
REFLEXIÓN:
¿Cómo nos sentimos cuando alguien indica que lo que estamos haciendo no está
bien? ¿Somos capaces de escuchar con
atención sus palabras, y evaluarlas, para ver si Dios nos está diciendo algo
por medio de esa persona – sea un familiar, un amigo o un hermano en Cristo?
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