Aunque en los
tiempos antiguos, los esclavos no gozaban de protección alguna, Dios, en Su
ley, estableció ciertas normas legales para proteger a los esclavos
(v.26-27). Se sobre entiende que la
referencia a la pérdida de un ojo o de un diente era sólo ilustraciones de un
principio general, y que este principio se extendería a cosas como la perdida
de una mano, un dedo, un brazo o un pie. Lo que Dios estaba diciendo era que un
esclavo no era simplemente un objeto; era una persona, creada a la imagen de
Dios. Por lo tanto, gozaba de una protección
legal contra el maltrato.
Los dueños de
animales (como un buey) también tenían que asumir cierta responsabilidad por
las acciones de sus animales. Si un buey
mataba a una persona, el dueño del buey tenía que aceptar la muerte de su
animal (v.28). La cosa era más seria, si
el buey había matado a alguien antes (v.29).
El v.30 prevé el caso de que los familiares de una persona muerta por un
animal tuviera misericordia del dueño, y pidiera dinero a cambio de la vida del
dueño.
No está claro
si el v.32 se aplica al caso de un buey que mata por primera vez, o por segunda
vez. De todos modos, el verso establece
el precio oficial de un esclavo – “treinta
siclos de plata”. Este detalle
anticipa el valor puesto por Judas sobre la vida de Cristo.
Aun el dueño de
un pozo tenía que asumir ciertas responsabilidades. Por ejemplo, si no tapaba el pozo, y alguien
o algo caía adentro, entonces el dueño era responsable por hacer la necesaria
reparación civil (v.33-34). Se supone
que si una persona caía dentro del pozo, se aplicaba las leyes detalladas en
los v.12-13 y v.23-25.
¿Qué nos enseña
todo esto? Que nadie vive aisladamente,
sino que tiene que asumir la responsabilidad de vivir en comunidad. Nadie tiene el derecho de hacer lo que quiere
con sus cosas. Debe asumir la
responsabilidad de vivir en tal manera que cualquier daño que resultara de sus
acciones, sea pagado.
REFLEXIÓN: En una sociedad cada vez más caracterizada por
la autonomía, donde cada uno hace lo que quiere, y no toma en cuenta el impacto
de sus acciones sobre sus vecinos, cuán importante es tomar en cuenta estas
leyes. Como creyentes, debemos ser los
primeros en aceptar la responsabilidad de alguna acción nuestra que resulte en
el perjuicio de nuestro prójimo.
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