domingo, 4 de noviembre de 2012

'La Primera Manifestación del Poder de Dios' (Éxodo 7:8-25)

Dios prevé que Faraón pedirá alguna señal milagrosa que confirmaría el poder del Dios de los judíos (v.9a), y ordena a Moisés a usar su vara (v.9b). Cuando él y Aarón hicieron esa señal (v.10), Faraón llamó a sus hechiceros, quienes hicieron lo mismo (v.11-12a).  Lo que los hechiceros hicieron no parece haber sido un truco (¡al estilo de los magos modernos!), sino que realmente fue algo sobrenatural – hecho por el poder de Satanás.  Sin embargo, la superioridad del poder de Dios se evidenció en que la vara de Aarón se tragó las varas (plural) de los hechiceros. Pero ni aun así, quiso Faraón creer en Dios (v.13).  ¡Cuán terco es el corazón del hombre!

La incredulidad de Faraón no se debió a la falta de evidencia del poder de Dios, sino a la dureza de su corazón (v.13).  Aunque el v.3 indica que Dios iba a endurecer el corazón de líder de Egipto, debemos notar que Él lo hizo indirectamente, permitiendo a Satanás endurecer el corazón de Faraón. 

Dado a que la primera manifestación del poder de Dios no fue suficiente para convencer a Faraón, Dios prepara una segunda señal (v.14-25).  Para los egipcios el río Nilo era un dios; las aguas de ese río mantenían la economía del país.  Dios se propone convertir las aguas del río en sangre, para demostrar que ÉL es Dios, y que toda la vida de Egipto estaba en Sus manos.  Si los egipcios no dejaban ir al pueblo de Israel, para adorar a Dios en el desierto (v.16), entonces todos los peces del río Nilo morirían (v.17-18).  No sólo ello, sino que toda el agua en Egipto se convertiría en sangre (v.19).  ¡Sería un desastre para Egipto!

Cuando leemos que los hechiceros hicieron lo mismo (v.22a), no debemos suponer que fue en forma masiva.  Seguramente sólo convirtieron un poco de agua (¿en un tazón?) en sangre.  Pero fue suficiente pretexto para que Faraón no creyera en el poder de Dios (v.22b-23).

En Su misericordia, el agua convertida en sangre sólo duró siete días (v.25).  Dios no quería destruir al país, sólo incentivar al rey de Egipto a la obediencia.

REFLEXIÓN: El poder de Dios no tiene límites; Él es el Omnipotente Dios.  Nuestro anhelo debe ser experimentar ese poder en forma benéfica (para nuestro bien) y no en forma destructiva; pero eso depende de nuestra obediencia a Dios.  Si queremos ver la mano poderosa de Dios obrando a nuestro favor, simplemente tenemos que vivir en obediencia a Su Palabra.  Si no lo hacemos, experimentaremos el poder de Dios en contra de nosotros, para nuestra disciplina o castigo.

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