La Pascua marcó el inicio del
calendario judío (v.2), porque marcó el inicio de la nación de Israel. Las dos características principales del
cordero de la pascua eran que tenía que ser completamente comido (v.4, 8-11), y
la sangre tenía que ser puesta sobre la puerta de la casa (v.7, 22). La sangre era la señal de que en esa casa
había una familia judía, fiel y obediente al Señor (v.13a); y fue la sangre que
salvó a los que estaban dentro de la casa (v.13b, 23).
Es interesante notar las
instrucciones acerca de quitar toda la levadura de la casa (v.15). ¡Llevaba la pena de muerte (v.19)! Obviamente, fue una orden bastante
seria. Es por eso que la Fiesta de la
Pascua era conocida también como la Fiesta de los Panes sin Levadura (v.17; Mat
26:17; Lucas 22:1). En el contexto
histórico del éxodo de Egipto, la ausencia de la levadura se debió a la
urgencia de salir de Egipto (v.34, 39).
Sin embargo, en el Nuevo Testamento, la levadura vino a significar el
pecado (1 Cor 5:7-8).
En este pasaje, tenemos los
detalles del relato histórico (de lo que pasó esa primera pascua) entrelazado
con las instrucciones acerca de cómo celebrar la fiesta de la Pascua. Cuando Dios quitó la vida a los
primogénitos, el pueblo salió de Egipto casi inmediatamente (v.29-31); no hubo
tiempo para una fiesta de siete días.
Por tanto, la descripción de ello, en los v.15-20, debe ser entendida
como las instrucciones acerca de cómo celebrar la fiesta de la pascua en años posteriores. Eso queda confirmado por lo que leemos en los
v.24-27.
REFLEXIÓN:
Vivimos como extranjeros y peregrinos en este mundo. El tiempo es demasiado corto. No tenemos tiempo para ‘jugar’ con el
pecado. Por tanto, debemos despojarnos
de todo pecado (Heb 12:1), para dedicarnos a la tarea de huir del ‘Egipto’ de
este mundo.
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