En este corto pasaje, vemos las
diferentes maneras en que Dios cuidó a Su pueblo. Primero, los cuidó de la guerra
(v.17). El “camino de la tierra de los filisteos” era la ruta más corta para
llegar a la Tierra Prometida (ver un mapa bíblico). Pero Dios no los llevó por esa ruta, porque
implicaba enfrentar a los filisteos. El
pueblo de Israel, aunque salió armado (v.18b), no estaba listo para una guerra
contra soldados experimentados, como los filisteos. La última parte del v.17 nos indica el
probable resultado de una pelea contra ellos, en ese momento.
En segundo lugar, Dios los llevó “por el camino del desierto del Mar Rojo”
(v.18). Lo hizo, porque quería
colocarlos en un callejón sin salida, para que vean una de las más grandes
maravillas que Dios jamás hizo por Su pueblo – abrir un camino en seco por
medio del mar. A lo largo de los siglos, esa gran señal iba a ser el punto de
referencia, cuando Dios tenía que recordarles de Su gran poder, y de todo lo
que Él podía hacer para salvar a Su pueblo.
En tercer lugar, Dios fue delante
de ellos, para guiarlos (v.21).
No era tanto porque no sabían el camino al monte Horeb (Sinaí), sino
para guiarlos por la ruta exacta que Él quería que tomasen, para llegar a ese
sitio. La forma en que Dios los guió fue
impresionante – una columna de nube y una columna de fuego. Dichas columnas cumplieron varias
funciones. Permitieron que todo el
pueblo experimentara la dirección de Dios (porque todo el pueblo podía ver la
nube y el fuego); permitieron que el pueblo marchara de día y de noche (v.21b);
sirvieron de aliento para los hijos de Israel (porque era una señal constante
de la presencia de Dios, v.22); y
sirvieron de protección para el pueblo de Israel – nadie los atacaría mientras
vieran esas impresionantes columnas de nube o fuego (ver Éx 14:19-20).
Al salir de Egipto, los hijos de
Israel llevaron los huesos de José (v.19).
Él los había hecho descender a Egipto; ahora, los estaba acompañando, al
salir de Egipto, para volver a Canaán.
Uno se pregunta, “A lo largo de los 400 años, ¿quiénes se encargaron de
cuidar los huesos de José?” ¡Cuán fácil
habría sido descuidarlos, en medio del sufrimiento de la esclavitud! Sin embargo, los cuidaron, en esperanza del
cumplimiento de la promesa que José mismo hizo, de que un día Israel saldría de
Egipto.
REFLEXIÓN:
¿Qué evidencias tienes del cuidado de Dios en tu vida (ver Oseas 11:1, 3-4)?
DIOS QUIERE COSAS GRANDES PARA NOSOTROS Y PARA OBTENERLAS DEBEMOS SER OBEDIENTES, AMEN GRACIAS POR SU APORTE
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