La primera vez
que Moisés trató de ayudar a los hijos de Israel, las cosas le fueron mal, y tuvo
que huir de Egipto (Éx 2:11-15). Esta
vez, aunque el primer intento de convencer a Faraón a dejar ir al pueblo tampoco
tuvo éxito, Moisés no huyó, sino que se puso a conversar con Dios (Éx
5:22-23). Se nota algo de su crecimiento
espiritual. Sin embargo, Moisés es un
poco fuerte al hablar con Dios. Él
cuestiona Su accionar: “¿por qué afliges a este pueblo?” (v.22a); también cuestiona
su misión: “¿Para qué me enviaste?” (v.22b). Es bueno ser honestos con Dios; pero nunca
debemos faltarle el respeto. Al querer
entender los propósitos de Dios, Moisés corre el riesgo de faltarle el respeto,
cuestionando Su proceder (¡como si Moisés estuviera a la altura de Dios!).
A manera de
respuesta, Dios le explica a Moisés lo que Él va a hacer (v.1). Él hará que Faraón suelte al pueblo; pero lo
hará en una forma particular – “con mano fuerte” (v.1b). La traducción de la RV (“porque con mano
fuerte los dejará ir, y con mano fuerte los echará de su tierra”), da la
impresión que se trata de la mano fuerte de Faraón; pero no es así. ¡Es la mano fuerte de Dios! Faraón no dejará ir al pueblo de Israel fácilmente,
y eso hará que Dios tenga que ejercer Su poder (Su mano fuerte”, v.1; Su “brazo
extendido”, v.6b), para convencer a Faraón, y doblegar su voluntad. Moisés estaba evaluando el accionar de Dios
superficialmente; Dios tuvo que revelar Sus propósitos a Moisés, para que Su
siervo comience a entender los pensamientos de Dios, y así entender lo que
estaba sucediendo.
Habiendo revelado
Su propósito a Moisés, Dios ahora le revela otra vez Su nombre (v.2). Se revela como el Dios eterno: “Yo Soy Jehová”
(ver Éx 3:13-14). Él es el Dios de los patriarcas (v.3a); el “Dios omnipotente”
(v.3b). Hay que tener cuidado con cómo interpretamos el v.3. Cuando dice, “mas en mi nombre JEHOVÁ no me di
a conocer a ellos”, no debemos entenderlo como si los patriarcas no conocieron el
nombre, ‘Jehová’. ¡Claramente lo conocían! Ver Gén 15:2, donde Abraham llama a Dios: “Señor
Jehová”. En el mejor de los casos, las palabras en el v.3 deben ser
interpretadas en un sentido relativo, como si Dios estuviera diciendo: “Aunque
me revelé a veces como ‘Jehová’, mayormente usé el nombre ‘Dios
Omnipotente’” (ver Gén 17:1; 35:11; 48:3). La alternativa, sería considerar que aunque
Dios a veces se reveló a los patriarcas con el nombre ‘Jehová’ (ver Gén 28:13),
no les dio a conocer lo que ese nombre significaba (‘YO SOY’).
Habiendo explicado
a Moisés Su propósito y Su nombre, Dios pasa al tema del pacto que estableció
con los antepasados de la nación – un pacto que incluía la promesa de darles la
tierra de Canaán (v.4). Dios había
escuchado el clamor de Su pueblo (v.5a), y estaba por cumplir esa promesa (v.5b). Dios ratifica la promesa, desglosándola en ocho
elementos (v.6-8). En resumidas palabras, Dios promete sacar al pueblo de
Egipto (v.6), ser Su Dios (v.7), y darles la Tierra Prometida (v.8). ¡Es una salvación completa!
Habiendo
escuchado la Palabra de Dios, y habiendo sido alentado por ella, Moisés se
dirigió al pueblo, y les transmitió todo lo que Dios le había dicho
(v.9a). Lamentablemente, el pueblo no
quiso escuchar (v.9b). ¡Faraón no era el
único obstáculo para el éxodo! La falta
de fe en el pueblo de Dios era otro problema que dificultaba la salida de
Egipto.
Ante el mandato
de Dios, de volver a hablar con Faraón, y decirle que deje ir al pueblo de
Israel (v.10-11), Moisés naturalmente se siente renuente a hacerlo. ¿Cómo puede esperar que Faraón lo escuche, y deje
ir al pueblo, si ni el pueblo de Dios estaba dispuesto a escucharle a Moisés
(v.12)? Al fin del v.12, Moisés añade
otra dificultad – se sentía “torpe de labios”. Sin embargo, Dios insiste en que tiene que
hacerlo (v.13). Él ahora es el líder
espiritual. Dios le dará palabras,
tanto para los hijos de Israel, como para Faraón. Moisés es el vocero de Dios; no puede eludir
la gran responsabilidad que Dios le ha dado.
REFLEXIÓN: ¿Estará insistiendo Dios en algo en tu
vida? ¿Habrá algo que está estorbando tu
habilidad de escuchar u obedecer la Palabra de Dios? Pide a Dios que te conceda la gracia para
oír Su voz y obedecerla. Él está
dispuesto a ayudarte, porque te ama.
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