En este pasaje tenemos uno de los
momentos más dramáticos en todo el Antiguo Testamento. Dios ‘desciende’ sobre el monte Sinaí, y se
revela al pueblo de Israel en Su gloria y poder.
Para Moisés, fue un día de
tremendo trabajo. Tuvo que actuar como
el intermediario entre Dios y el pueblo de Israel. ¡No fue algo sencillo! Requirió subir y bajar del monte Sinaí varias
veces (v.3, 7, 8, 10, 20, 21). Moisés se
habrá cansado ese día. ¡Tenía ochenta
años!
¿Qué pasó ese día?
i. Dios prometió tomar a Israel como su “especial tesoro” (v.5-6). ¡Qué increíble privilegio! De ‘esclavos’ de Egipto, pasaron a ser no sólo
el ‘tesoro’, sino el “especial tesoro” del Dios eterno, Creador de los cielos y
de la tierra.
ii.
El pueblo aceptó la propuesta divina, y Dios indicó
que vendría para hablar con Moisés (v.8-9).
¡Otro gran privilegio – tanto para Moisés como para Israel!
iii. Dios exige que el pueblo se santifique para el
encuentro con Él (v.10-13). Las
exigencias de Dios pone en claro Su gran santidad. Algunas cosas que Dios pide indica que Dios NO
sólo mira el corazón, sino también las cosas externas - porque algunas cosas
externas, a veces reflejan lo que tenemos en nuestro corazón, hacia Dios.
iv. Dios se manifestó sobre el monte Sinaí, en medio de
manifestaciones físicas extraordinarias (v.16-20). Lo hizo para evidenciar Su increíble poder y
gloria, y para provocar en Su pueblo el debido temor y reverencia, antes de invitarles a entrar en un pacto con
Él.
A lo largo de los años, los
autores bíblicos trajeron a la memoria este momento determinante en la vida de
la nación (Deut 4:10-12; Juec 5:5; Sal 18:7-15; 68:7-8; 144:5-6; Hab
3:3-6). Aun el libro de Apocalipsis toma
de los elementos de la manifestación de Dios en Sinaí para describir el fin del
mundo, cuando Dios vendrá a la tierra para juzgar al mundo por el pecado (Apo
8:5; 11:19; 16:17-18).
REFLEXIÓN: Ese día, Dios se manifestó en una forma tan
dramática, que aun Moisés dijo que temía en gran manera (Heb 12:18-21). Quizá nosotros nunca hemos visto algo así;
pero, debemos recordar que Dios es el mismo – hoy, ayer y por los siglos. Por consiguiente, ¿nos acercamos a Él con el
debido temor y reverencia? ¿Nos
preparamos apropiadamente para nuestros encuentros diarios y semanales con
Dios?
amen
ResponderEliminarAmén
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