martes, 20 de noviembre de 2012

'La Revelación de la Gloria de Dios' (Éxodo 19:1-25)



En este pasaje tenemos uno de los momentos más dramáticos en todo el Antiguo Testamento.  Dios ‘desciende’ sobre el monte Sinaí, y se revela al pueblo de Israel en Su gloria y poder.

Para Moisés, fue un día de tremendo trabajo.  Tuvo que actuar como el intermediario entre Dios y el pueblo de Israel.  ¡No fue algo sencillo!  Requirió subir y bajar del monte Sinaí varias veces (v.3, 7, 8, 10, 20, 21).  Moisés se habrá cansado ese día.  ¡Tenía ochenta años!

¿Qué pasó ese día?

i.            Dios prometió tomar a Israel como su “especial tesoro” (v.5-6).  ¡Qué increíble privilegio!  De ‘esclavos’ de Egipto, pasaron a ser no sólo el ‘tesoro’, sino el “especial tesoro” del Dios eterno, Creador de los cielos y de la tierra.

ii.                El pueblo aceptó la propuesta divina, y Dios indicó que vendría para hablar con Moisés (v.8-9).  ¡Otro gran privilegio – tanto para Moisés como para Israel!

iii.           Dios exige que el pueblo se santifique para el encuentro con Él (v.10-13).  Las exigencias de Dios pone en claro Su gran santidad.  Algunas cosas que Dios pide indica que Dios NO sólo mira el corazón, sino también las cosas externas - porque algunas cosas externas, a veces reflejan lo que tenemos en nuestro corazón, hacia Dios.

iv.            Dios se manifestó sobre el monte Sinaí, en medio de manifestaciones físicas extraordinarias (v.16-20).  Lo hizo para evidenciar Su increíble poder y gloria, y para provocar en Su pueblo el debido temor y reverencia, antes de invitarles a entrar en un pacto con Él.

A lo largo de los años, los autores bíblicos trajeron a la memoria este momento determinante en la vida de la nación (Deut 4:10-12; Juec 5:5; Sal 18:7-15; 68:7-8; 144:5-6; Hab 3:3-6).  Aun el libro de Apocalipsis toma de los elementos de la manifestación de Dios en Sinaí para describir el fin del mundo, cuando Dios vendrá a la tierra para juzgar al mundo por el pecado (Apo 8:5; 11:19; 16:17-18).

REFLEXIÓN: Ese día, Dios se manifestó en una forma tan dramática, que aun Moisés dijo que temía en gran manera (Heb 12:18-21).  Quizá nosotros nunca hemos visto algo así; pero, debemos recordar que Dios es el mismo – hoy, ayer y por los siglos.  Por consiguiente, ¿nos acercamos a Él con el debido temor y reverencia?   ¿Nos preparamos apropiadamente para nuestros encuentros diarios y semanales con Dios?

2 comentarios: