martes, 13 de noviembre de 2012

'El Precio de la Libertad Espiritual' (Éxodo 14:1-14)



A pesar de todo el sufrimiento causado por las plagas, y particularmente por la muerte de los primogénitos, ni Faraón ni los egipcios, estaban arrepentidos.  Su actitud confirma el análisis que Pablo hace de la condición espiritual de toda persona que no ha nacido de nuevo (2 Cor 4:3-4; 1 Cor 2:14; Efe 2:11-3).  Fue con el propósito de resaltar esa realidad (como una ilustración de lo que el Nuevo Testamento enseña), que Dios ordenó a Israel detenerse en el desierto, aparentemente atrapados entre el desierto y el mar (v.1-2).  Dios sabía como Faraón iba a reaccionar (v.3, 5).  Además de ilustrar la condición espiritual de toda persona que no conoce al Señor, Dios tenía dos propósitos más (v.4).  Quería revelarse como el Dios verdadero, y quería ser glorificado delante de Faraón y los egipcios.  ¡Todo lo que Dios hace es una revelación de Su existencia y de Su gloria!

Lejos de reflexionar espiritualmente sobre lo que había pasado (con las plagas, etc.), Faraón sólo reflexionó sobre su pérdida económica (v.5b).  ¡Qué triste! Con el fin de hacerlos volver (¡no matarlos!), Faraón fue tras ellos (v.6-9).  Los hijos de Israel malinterpretaron la intención de Faraón.  Ellos pensaban que los quería matar (v.10-12).  Hicieron bien en clamar a Dios (v.10b); pero, la reacción de algunos apunta a las dificultades que Moisés tuvo en Egipto para convencer a Israel a salir de Egipto.  No sólo desconfiaron de que Dios los podía proteger (v.11), sino que preferían quedar sirviendo a los egipcios, antes que arriesgar sus vidas en el desierto (v.12).  ¡Qué gente tan mal agradecida!

Cuántos son así, hoy en día, cuando escuchan el evangelio.  Prefieren quedar en su pecado, sirviendo a Satanás, antes que arriesgar su ‘yo’, muriendo al pecado y a muchas cosas de su vieja vida.  Para que una persona responda al evangelio, y esté dispuesta a decir, como Pablo, “ya no vivo yo, sino Cristo vive en mi” (Gál 2:20), se requiere una obra profunda del Espíritu Santo en sus vidas; una obra que llamamos el nuevo nacimiento.

En medio del pánico, Moisés actúa como un buen líder. Exhorta al pueblo de Israel a hacer dos cosas: “No temáis; estad firmes” (v.13).  También hace dos promesas: ‘Dios peleará por ustedes’ (v.14) y ‘ustedes verán la salvación de Dios’ (v.13).

REFLEXIÓN: ¿Reflexionamos espiritualmente sobre las cosas que nos pasan en la vida?  ¿Estamos escuchando la voz de Dios?  ¿Estamos dispuestos a ‘arriesgar’ nuestras vidas, huyendo del pecado, o queremos aferrarnos a lo que NOSOTROS queremos hacer en la vida?

No hay comentarios:

Publicar un comentario