Aunque este capítulo parece ser
una nueva sección en la historia del éxodo, en realidad es una continuación del
capítulo 10. Moisés está en la presencia
de Faraón (Éx 10:29). Antes de irse,
Dios le da un nuevo mensaje para el rey de Egipto. Tiene que ver con la muerte de los
primogénitos (v.4-5). El v.8 pone en
claro que Moisés está hablando a Faraón directamente. Él ya era un hombre muy respetado en Egipto
(v.3b), y predice que al final, los siervos de Faraón se inclinarán ante él, y
le rogarán que se vaya de su tierra (v.8a).
El v.8b indica que Moisés salió
de la presencia de Faraón “muy enojado”
(v.8b). Aunque Dios ya le había dicho lo
que iba a pasar, y que Faraón no le iba a escuchar (v.9-10), Moisés no pudo
evitar el enojo que sintió ante la terquedad de Faraón. En esto vemos algo del carácter de Moisés –
su temperamento colérico, propio de un gran líder.
Pero la muerte de los
primogénitos sería la última plaga (v.1a); luego de ello, Faraón soltaría al
pueblo de Israel (v.1b). No saldrían con
las manos vacías, sino que despojarían a Egipto (v.2).
A pesar de tanto sufrimiento, el
pueblo de Dios al final halló gracia ante los ojos de los egipcios (v.3a). Eso nos hace meditar en la actitud que el
‘mundo’ tendrá ante la Iglesia, cuando Cristo viene por segunda vez. Ahora el ‘mundo’ nos maltrata; pero cuando
nos vea con todo el esplendor de los hijos de Dios, el ‘mundo’ quedará
asombrado.
Es sumamente triste que tantas
personas tuvieran que morir, antes que Faraón dejara ir a los hijos de
Israel. Sin embargo, como dice la
Biblia, “La paga del pecado es muerte…”. Los egipcios habían hecho sufrir mucho al
pueblo de Dios, y no quisieron hacer caso a la voz de Dios. Por tanto, no podían quejarse cuando Dios
aplicó Su juicio y justicia sobre ellos.
REFLEXIÓN:
Todos somos pecadores; todos hemos desobedecido a Dios. Demos gracias que Dios ha tenido misericordia
de nosotros. No hemos muerto; el
Primogénito de Dios murió en nuestro lugar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario