miércoles, 14 de noviembre de 2012

'La Gran Salvación de Dios' (Éxodo 14:15-31)



Aunque Moisés aparentó estar tranquilo (v.13), en realidad también estaba preocupado por la situación, y estaba clamando a Dios.  En el v.15, Dios le dice algo extraño: “¿Por qué clamas a mi?  No era el tiempo de orar, sino el tiempo para accionar – “Di a los hijos de Israel que marchen” (v.15b).  Lo que Moisés tenía que hacer era extender su vara sobre el mar; Dios haría lo demás (v.16).  Moisés obedeció, y Dios hizo que soplara un viento toda la noche, retirando las aguas (v.21).  Eso indica que el Mar Rojo no se abrió de golpe, sino paulatinamente, a lo largo de varias horas.  Y no ocurrió de día, sino de noche.

Esa tarde, dos cosas ocurrieron.  La nube que iba delante del pueblo, se puso detrás de ellos (v.19b).  Lo mismo hizo “el ángel de Dios” (v.19a).  Este ‘ángel’ parece ser el mismo ‘ángel’ que se manifestó en la zarza que ardía (Éx 3:2).  En otras palabras, era el Señor Jesucristo.  Según el v.19a, Él iba delante del pueblo cuando salieron de Egipto – dirigiendo al pueblo, como el Capitán de su salvación (Heb 12:2).  Tanto la nube como el Señor se interpusieron entre Israel y los egipcios, para proteger al pueblo de Dios (v.20a).  Lo interesante es que los egipcios lo vieron como oscuridad, mientras que los hijos de Israel lo vieron como luz (v.20b).

Mientras era aun de noche, Israel comenzó a pasar por el Mar Rojo (v.22), y los egipcios fueron tras ellos (v.23).  En la madrugada, dos cosas ocurrieron.  Primero, Dios “trastornó el campamento de los egipcios” (v.24-25); luego, causó que las aguas del Mar Rojo se juntaran otra vez (v.26-27).  Al amanecer, todo el ejército de Egipto estaba muerto (v.28).

Este “gran hecho que Jehová ejecutó contra los egipcios” (v.31a) causó un impacto grande sobre Israel.  Los hijos de Israel temieron a Dios, creyeron a Dios, y creyeron a Moisés Su siervo (v.31b).  Todo estaba listo, aparentemente, para cruzar el desierto, e ir a la Tierra Prometida.

REFLEXIÓN: ¿Somos conscientes de la presencia y la protección del Señor en nuestras vidas?  ¿Estamos dispuestos a darle a Él toda la gloria por lo que Él hace en nuestras vidas, para salvarnos?

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