Como vimos
ayer, la santidad y la justicia van de la mano.
Esta sección tiene que ver con la importancia de la justicia en la vida diaria.
El pecado afecta nuestra relación con Dios; la injusticia afecta la
relación con nuestro prójimo.
Debe haber
justicia en la sociedad. Eso
significa que no se debe tolerar la mentira (v.1). Tampoco se debe pensar que
la mayoría tiene la razón (v.2). ¡No se
debe confundir ‘justicia’ con ‘democracia’!
La justicia se debe aplicar a todos – aun cuando se trata de la minoría
(v.2), los pobres (v.3), los enemigos (v.4-5), o los extranjeros (v.9).
La tierra
también merece justicia (v.10-11). No se
debe explotar la tierra indebidamente. La tierra necesita ‘descanso’ (v.11a), y
en ese descanso, otros pueden aprovechar a comer (v.11b). De este modo, ¡la justicia promueve la
misericordia!
El propósito
del día de reposo no era sólo que el pueblo de Israel pueda descansar un poco
(v.12a), sino que también sus animales y los siervos descansaran (v.12b). ¡Eso era justo!
Finalmente,
debe haber justicia aun para DIOS (v.13).
La justicia que Él quiere de nosotros es la ‘justicia’ de la obediencia
(v.13a), y la ‘justicia’ de la fidelidad (v.13b).
REFLEXIÓN: A la luz de este pasaje, reflexionemos sobre nuestra justicia. ¿Podemos seguir confiando que realmente somos
justos? ¿Somos justos con nuestros
labios? ¿Somos justos con la creación? ¿Somos justos con las personas que dependen de
nosotros, y están bajo nuestra autoridad?
Pidamos a Dios Su ayuda para perfeccionar nuestra justicia terrenal
(sabiendo que ya, en Cristo, tenemos una justicia eternal).
Reflexionemos también sobre la justicia de Dios. ¡Qué Él sea nuestro
modelo de lo que significa ser ‘justo’.
Podríamos tomar las palabras de Pedro, y decir lo siguiente: ‘como aquel
que los llamó es justo, sean ustedes también justos en toda vuestra manera de vivir’.
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