martes, 6 de noviembre de 2012

'El Peligro de Desobedecer a Dios' (Ëxodo 9:1-35)



Las plagas ahora pasan a una fase destructiva.  El país de Egipto comenzó a sentir el terrible impacto de la ira de Dios por la desobediencia del faraón.

La plaga en el ganado (v.1-7).  No sabemos cómo o por qué murió el ganado de los egipcios (v.6a); sólo que Dios lo había advertido (v.3).  Aunque nada pasó al ganado de los hijos de Israel (v.4, 6b), Faraón seguía con un corazón duro (v.7).  ¡Qué triste que tantos animales inofensivos tuvieron que morir por culpa del pecado del hombre!  Eso nos hace recordar que la belleza de la creación del mundo natural siente el impacto de nuestro pecado.

La plaga de las úlceras (v.8-12).  Para la sexta plaga, Dios ordenó a Moisés tirar un poco de ceniza al cielo, en la presencia de Faraón (v.8).  Fue un acto simbólico.  La ceniza no causó las úlceras, como si Moisés fuese un mago.  El poder de Dios se manifestó, produciendo “sarpullido con úlceras en los hombres y en las bestias” (v.9).  Los hechiceros no sólo no pudieron replicar esta señal, sino que ellos mismos fueron afectados por la plaga (v.11).  ¡Cómo Dios manifiesta la grandeza y superioridad de Su poder!  Lo hace poco a poco, con el fin de incentivar al hombre pecador al arrepentimiento.  Pero, ante esta demostración del poder de Dios, Faraón sigue resistiendo la voluntad de Dios (v.12).  

La plaga de granizo (v.13-35).  Antes de enviar la séptima plaga, Dios se dirige a Faraón, y le explica exactamente lo que está haciendo: “yo te he puesto para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado en toda la tierra” (v.16).  Que chocante para el orgullo de Faraón, que se creía la máxima autoridad en la tierra. Las palabras de Dios le hacen ver que aun él, con todo su esplendor y poderío humano, es simplemente un instrumento más en las manos del Dios soberano.  El propósito de las plagas no era sólo liberar a Israel, sino manifestar la grandeza del poder de Dios, para que todo el mundo lo conozca.  Ver Sal 46:8.

En Su compasión, Dios les dio a los egipcios la oportunidad de recoger su ganado, para que no muera por el granizo (v.18-19).  La presencia de este ganado en Egipto, luego de la destrucción de todo el ganado durante la quinta plaga (v.6a), indica que la plaga de granizo ocurrió varios meses después de las anteriores.  Los egipcios tuvieron tiempo (aparentemente) para renovar su ganadería; probablemente comprando animales de Israel. 

La forma que respondieron a la Palabra de Dios dividió la nación de Egipto en dos bandos. Había los que hicieron caso a la Palabra de Dios, y salvaron su ganado (v.20); y había los que no hicieron caso a la Palabra de Dios, y perdieron su ganadería (v.21, 25).

Al ver la terrible destrucción causada por esta plaga, Faraón reacciona con una señal de estar conmovido (v.27).  Pero no fue un verdadero arrepentimiento.

-      Dijo: “He pecado esta vez”.  ¿Y las veces anteriores?  Faraón no está reconociendo su verdadera condición de pecador.

-      Su arrepentimiento sólo duró hasta que se acabó la plaga (v. 34-35).  Notemos que el problema no era sólo la terquedad de Faraón, sino también de sus asesores y consejeros (“sus siervos”, v.34b).

Faraón le pide a Moisés que interceda ante Dios, y promete dejar ir al pueblo de Israel (v.28).  Pero Moisés no tiene ilusiones al respecto (v.30).  Sabe que no hay todavía un verdadero arrepentimiento en el corazón de Faraón, porque no hay un verdadero temor a Dios.

REFLEXIÓN: ¿Estás experimentando la disciplina de Dios en tu vida por algún pecado que estás cometiendo?  ¿Estás dispuesto a reconocer ese pecado, y dejarlo para siempre?   ¿Estás seguro que es un verdadero arrepentimiento?

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