viernes, 19 de octubre de 2012

'Viviendo en el Espíritu' (Efe 5:1-20)



Pablo sigue hablando de la manera en que los creyentes deben vivir en el mundo.  Un principio muy importante es el de imitar a Dios, el Padre Celestial (v.1).  Debemos hacerlo porque somos "hijos amados" (v.1b); amados por el Padre, y por el Hijo.  El segundo principio de nuestro comportamiento es el amor (v.2a); en esto, el creyente debe tomar a Cristo como modelo (v.2b).  Lo que el creyente NO debe imitar es al ‘mundo’ pecaminoso (v.3-4). ¡Ni debe hablar de los pecados que el mundo comete! Aunque la salvación es por fe en Cristo, el creyente debe vivir como si ella dependiera de su comportamiento (v.5).  El engaño mencionado en el v.6 no es doctrinal, sino vivencial; es el engaño de pensar que la manera en que vivimos (en el pecado) no afecta nuestra vida cristiana.

El creyente es una persona que ha pasado de las “tinieblas” a la “luz” (v.8); ver Col 1:13-14.  Tenemos la responsabilidad de vivir “como hijos de luz” (v.8b; Fil 2:15).  En lugar de ser partícipes de “las obras infructuosas de las tinieblas”, los hijos de Dios deben reprenderlas (v.11).  Una vez más, Pablo declara que no debemos ni hablar de los pecados que el ‘mundo’ comete en secreto (v.12) – menos pensar en ellos, o cometerlos nosotros mismos.

Las palabras en el v.14 parecen ser parte de un himno cristiano.  Es un llamado, no al creyente, sino al inconverso, a despertar del ‘sueño’ espiritual (de la noche), y a levantarse de la ‘muerte’ espiritual, para que Cristo lo alumbre.  Pero si los creyentes invitan a los inconversos a hacer eso, entonces ellos mismos tienen que dar el ejemplo, alejándose del pecado.

Dos cosas que deben caracterizar la vida del creyente son la “diligencia” y la sabiduría (v.15).  La primera palabra (en griego) significa, ‘cuidado’; señala una persona que tiene criterio, y es cauta en su comportamiento, evitando cosas peligrosas o dudosas.  El asunto no es simplemente evitar el pecado, sino hacer buen uso del tiempo, sabiendo que “los días son malos” (v.16).

En lugar de estar embriagándose (como lo hacían antes de conocer al Señor), Pablo insta a los creyentes en Éfeso a buscar la llenura del Espíritu Santo (v.18).  El Espíritu Santo no sólo les ayudará a alejarse del pecado, sino a desarrollar una buena vida congregacional (v.19).  El culto en la iglesia debe ser caracterizada por cantos espirituales.  Notemos tres aspectos de ese canto que Pablo resalta:

i.        No debe ser un canto individualizado; deben cantar (o hablar) “entre vosotros”, con el fin de animarse mutuamente en la vida cristiana.

ii.      Deben estar cantando “al Señor”; Él debe ser el centro de su canto.

iii.     Deben estar entonado los cantos “en vuestros corazones”.  Lo importante no es cuán linda es la voz o el acompañamiento musical, sino la manera en que meditan sobre lo que están cantando.

En todo lo que hacen, la nota de agradecimiento debe prevalecer (v.20).

REFLEXIÓN: ¿Estamos viviendo en santidad?  ¿Somos cuidadosos y sabios en nuestra manera de vivir?   ¿Estamos adorando a Dios correctamente?   ¡Cuánta falta nos hace la llenura del Espíritu Santo, para poder glorificar a Dios más en nuestras vidas!

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