sábado, 20 de octubre de 2012

'Las Responsabilidades Dentro del Matrimonio' (Efe 5:21-25)



Extrañamente, una de las relaciones más difíciles de llevar es la del matrimonio.  Muchos matrimonios terminan en un divorcio; y los que no terminan así, generalmente sufren de tensiones, que quitan la felicidad conyugal. Este problema no es nada nuevo.  Era igual en Éfeso.  Por eso Pablo dedica una sección de su carta a tratar el asunto de cómo una pareja cristiana debe vivir dentro del matrimonio.

La afirmación fundamental es: “Someteos unos a otros en el temor de Dios” (v.21).  ‘Por temor a Dios’, dice Pablo, ‘cada creyente debe asumir su responsabilidad de someterse mutuamente’.  Eso va en contra de la corriente moderna de este mundo (ver Efe 2:2), que pone el énfasis sobre nuestros derechos, y no sobre nuestras responsabilidades.  Seguramente, las cosas no eran tan diferentes en Éfeso, hace 2,000 años.  Los varones pensaban que era su derecho tener relaciones sexuales fuera del matrimonio; y las esposas correspondían a eso, considerándose libres para faltarle el respeto a sus esposos. De este modo, la relación más íntima que puede haber sobre la tierra, se degeneraba, trayendo mucha infelicidad a ambas partes.

Habiendo establecido el principio general del sometimiento mutuo, Pablo procede a detallar las responsabilidades particulares, tanto del varón como de la mujer.  Aunque tendrá mucho que decirle al varón (v.25-33a), él empieza con la mujer (v.22-24).  Su responsabilidad fundamental es estar sujeta a su propio marido (v.22).  ¿Por qué?  Porque el esposo es “cabeza de la mujer”; es decir, de su esposa (v.23).  Pablo explica el concepto de ‘cabeza’ en 1 Cor 11:3, 8-9.  Tal como Cristo se somete al Padre, y la Iglesia se somete a Cristo, así las esposas deben someterse a sus esposos. 

Notemos dos detalles que Pablo señala. La mujer debe someterse a su esposo “como al Señor” (v.22b); es decir, con amor, respeto y reverencia – no de mala gana, o fingidamente.  También debe someterse “en todo” (v.24b); no sólo en las cosas que ella quiere, o que le es fácil hacerlo.  Claro, la palabra “todo” tiene ciertos límites.  Si el esposo le ordena hacer algo que va en contra de la Palabra de Dios, entonces la mujer tendrá que indicarle al esposo la necesidad que ella tiene de someterse a Dios, antes que a un hombre.

En cuanto al marido, su mayor responsabilidad es amar a su esposa (v.25).  ¡Suena fácil!  Pero notemos algunos detalles acerca de este amor:

-         El verbo en griego es ‘agapao’, que significa el amor divino.  Es un amor mucho más serio que simplemente ‘querer’ o ‘estar enamorado’.  Es un amor que nunca deja de ser, y tiene las características que Pablo menciona en 1 Cor 13:4-7.

-         El esposo debe amar a su esposa “como Cristo amó a la iglesia” (v.25b).  ¡Qué modelo de amor más desafiante!  Cada esposo debe tomar a Salomón, en Cantar de Cantares, como el modelo a seguir; porque en ese libro, Salomón representa a Cristo, en Su amor por la Iglesia.

-         El esposo debe amar a la esposa en tal manera que se sacrifica por ella, tal como Cristo se entregó por la Iglesia, al morir en la cruz (v.25c).  Se trata de un amor sacrificial.  No un amor que exige ciertas cosas de la esposa, sino un amor que se entrega por la esposa; se sacrifica por ella, para cuidarla.

REFLEXIÓN: Si somos casados, ¿estamos cumpliendo nuestras responsabilidades?

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