En Efe 1:19, Pablo pidió a Dios que concediera a los
creyentes en Éfeso la habilidad de comprender la grandeza del poder de
Dios. El plan de Dios es salvar a
millones y millones de personas en todo el mundo, y formar un solo pueblo,
unido en Cristo (Efe 1:9). Dicho plan
enfrenta dos grandes problemas. En
primer lugar, el ser humano está espiritualmente muerto, y no le interesa el
plan de Dios (Efe 2:1, 5). Y en segundo
lugar, hay tanto odio entre judíos y gentiles, que resulta muy difícil añadir a
los gentiles al antiguo pueblo de Dios (v.11).
En los v.1-10, Pablo indica cómo el poder de Dios obra para superar el
primer obstáculo (v.1-10); en este pasaje (v.11-22), él muestra cómo el poder
de Dios supera el segundo obstáculo.
La condición de los gentiles era muy seria
(v.12). No había forma de integrarlos
con el pueblo de Israel. Sin embargo, lo
que era imposible para los hombres, Dios lo hizo “en Cristo” (v.13a). Notemos
el doble uso de la palabra, “Pero…”
(v.4, 13), para indicar la solución divina a los dos grandes problemas
mencionados en v.1-3 y 11-12.
Por medio del perdón de los pecados (“la sangre de Cristo”), los gentiles fueron
reconciliados con Dios – “habéis sido
hechos cercanos” (v.13). Y al
acercarse a Dios, forzosamente se acercaron también a los judíos, para quienes
el perdón de los pecados se otorgaba en la misma manera. De este modo, Cristo efectúa la paz entre
judío y gentil (v.14a). Lo hace, por
medio de las siguientes acciones:
-
“derribando la pared intermedia de separación” entre judío y gentil
(v.14b).
-
“aboliendo…las enemistades” entre ambos pueblos, generadas por la
ley de Dios (v.15a). Por ejemplo, la ley
que exigía de los judíos la circuncisión; algo que inmediatamente generaba
barreras entre los judíos y los gentiles.
-
Creando de los dos pueblos “un solo y nuevo hombre” (v.15b).
-
Reconciliando con Dios a ambos
pueblos, “en un solo cuerpo”, la
Iglesia (v.16a).
-
Matando las antiguas enemistades
entre judíos y gentiles, haciendo que ambos sean integrantes de la Iglesia, el
cuerpo de Cristo (v.16b).
Las “buenas
nuevas de paz” que Pablo menciona en los v.17-18, es la paz con Dios, y la
paz entre judíos y gentiles. Pero
también se aplica a cualquier otra división histórica entre la raza humana –
árabe/judío; protestante/católico; hindú/musulmán; rico/pobre; etc.
Pablo concluye esta sección detallando los grandes
beneficios que el evangelio trae, particularmente para los gentiles
(v.19-22). Los hace “conciudadanos de los santos”, y “miembros de la familia de Dios”
(v.19). Los edifica “sobre el fundamento de los apóstoles y
profetas” (v.20), incluyéndolos en un edificio (la Iglesia) que va
creciendo en todo el mundo (v.21). Y hace que ellos también sean la “morada de Dios en el Espíritu” (v.22).
REFLEXIÓN:
Es importante notar cómo el plan de salvación requiere el accionar de las tres
Personas de la Trinidad. La
reconciliación y la paz se efectúan con Dios
el Padre (v.16, 18b); pero se efectúan por medio de Dios el Hijo (v.13-15), quien es también el que anuncia la paz
(v.17), y es a la vez “la principal
piedra del ángulo” (v.20). Sin embargo, es Dios el Espíritu quien obra para que el plan de salvación funcione
(v.18b), y es Él quien mora en la Iglesia (v.22).
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