sábado, 13 de octubre de 2012

'Uniendo a Judíos y Gentiles' (Efe 2:11-22)



En Efe 1:19, Pablo pidió a Dios que concediera a los creyentes en Éfeso la habilidad de comprender la grandeza del poder de Dios.  El plan de Dios es salvar a millones y millones de personas en todo el mundo, y formar un solo pueblo, unido en Cristo (Efe 1:9).  Dicho plan enfrenta dos grandes problemas.  En primer lugar, el ser humano está espiritualmente muerto, y no le interesa el plan de Dios (Efe 2:1, 5).  Y en segundo lugar, hay tanto odio entre judíos y gentiles, que resulta muy difícil añadir a los gentiles al antiguo pueblo de Dios (v.11).  En los v.1-10, Pablo indica cómo el poder de Dios obra para superar el primer obstáculo (v.1-10); en este pasaje (v.11-22), él muestra cómo el poder de Dios supera el segundo obstáculo.

La condición de los gentiles era muy seria (v.12).  No había forma de integrarlos con el pueblo de Israel.  Sin embargo, lo que era imposible para los hombres, Dios lo hizo “en Cristo” (v.13a).  Notemos el doble uso de la palabra, “Pero…” (v.4, 13), para indicar la solución divina a los dos grandes problemas mencionados en v.1-3 y 11-12.

Por medio del perdón de los pecados (“la sangre de Cristo”), los gentiles fueron reconciliados con Dios – “habéis sido hechos cercanos” (v.13).  Y al acercarse a Dios, forzosamente se acercaron también a los judíos, para quienes el perdón de los pecados se otorgaba en la misma manera.  De este modo, Cristo efectúa la paz entre judío y gentil (v.14a).  Lo hace, por medio de las siguientes acciones:

-         derribando la pared intermedia de separación” entre judío y gentil (v.14b).
-         aboliendo…las enemistades” entre ambos pueblos, generadas por la ley de Dios (v.15a).  Por ejemplo, la ley que exigía de los judíos la circuncisión; algo que inmediatamente generaba barreras entre los judíos y los gentiles.
-         Creando de los dos pueblos “un solo y nuevo hombre” (v.15b).
-         Reconciliando con Dios a ambos pueblos, “en un solo cuerpo”, la Iglesia (v.16a).
-         Matando las antiguas enemistades entre judíos y gentiles, haciendo que ambos sean integrantes de la Iglesia, el cuerpo de Cristo (v.16b).

Las “buenas nuevas de paz” que Pablo menciona en los v.17-18, es la paz con Dios, y la paz entre judíos y gentiles.  Pero también se aplica a cualquier otra división histórica entre la raza humana – árabe/judío; protestante/católico; hindú/musulmán; rico/pobre; etc.

Pablo concluye esta sección detallando los grandes beneficios que el evangelio trae, particularmente para los gentiles (v.19-22).  Los hace “conciudadanos de los santos”, y “miembros de la familia de Dios” (v.19).  Los edifica “sobre el fundamento de los apóstoles y profetas” (v.20), incluyéndolos en un edificio (la Iglesia) que va creciendo  en todo el mundo (v.21).  Y hace que ellos también sean la “morada de Dios en el Espíritu” (v.22).

REFLEXIÓN: Es importante notar cómo el plan de salvación requiere el accionar de las tres Personas de la Trinidad.  La reconciliación y la paz se efectúan con Dios el Padre (v.16, 18b); pero se efectúan por medio de Dios el Hijo (v.13-15), quien es también el que anuncia la paz (v.17), y es a la vez “la principal piedra del ángulo” (v.20). Sin embargo, es Dios el Espíritu quien obra para que el plan de salvación funcione (v.18b), y es Él quien mora en la Iglesia (v.22).

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