Éxodo es el segundo libro de las
Sagradas Escrituras, y es la continuación de Génesis. El nombre, ‘Éxodo’, significa, ‘salida’, y se
refiere al tema central del libro, que es la salida del pueblo de Israel de
Egipto. El autor fue Moisés. Él redactó este libro poco después de la
salida de Egipto, narrando sus experiencias en el desierto.
Generalmente se considera que el
éxodo ocurrió por el año 1440 a.C. Fue
uno de los eventos más dramáticos en la historia de Israel, y marcó el inicio
de esa nación. A lo largo del Antiguo
Testamento, los autores bíblicos hacen referencia al éxodo, tomándolo como un
ejemplo del poder de Dios, y Su amor por Israel.
En términos teológicos, el éxodo
representa la obra de redención. Fue Dios quien tomó la iniciativa de salvar a
Su pueblo. Lo hizo por medio de un
hombre, a quien Él escogió – Moisés, quien es un ‘tipo’ de Cristo (Deut 18:15,
18). La redención de Egipto se efectuó
en el contexto de la muerte de los primogénitos, como expresión de la ira de
Dios (Éx 11; 12:29-36). La nación de
Israel experimentó la salvación por medio de la sangre del cordero de la
pascua, que fue sacrificado en lugar del primogénito de cada familia de Israel
(Éx 12:1-28). Ese cordero de la pascua
representa el gran Cordero de Dios, cuya sangre derramada en la cruz, y
aplicada a nuestras vidas, nos salva del juicio divino (Juan 1:29, 36; 19:36;
Éx 12:46; 1 Cor 5:7).
Una vez salidos de Egipto, los hijos
de Israel tuvieron que aprender a vivir vidas nuevas, bajo los mandamientos
divinos. Eso representa la santificación del creyente. Todas las leyes que Dios dio a Israel,
comenzando con los Diez Mandamientos, señalan la vida que agrada a Dios. El creyente hoy en día no está sujeto a todos
los detalles de la ley de Moisés; sin embargo, estamos bajo la misma obligación
de agradar a Dios, sometiéndonos a Su voluntad en cada área de nuestras vidas.
Durante el éxodo, Dios se manifestó a
Israel en diferentes maneras, culminando con la gran revelación de la gloria de
Dios en el monte Sinaí (Éx 20). En el
Nuevo Testamento, Cristo es la culminación de la revelación de Dios (Hebreos 1:1).
En Él vemos la gloria de Dios (Juan 1:14).
Otro tema central del libro de Éxodo
tiene que ver con el culto a
Dios. Todos los detalles del
tabernáculo, los sacerdotes, y los sacrificios (Éx
25-31 y 35-40) son altamente simbólicos, y apuntan a la Persona de
Cristo, quien es nuestro Sumo Sacerdote, y por quien tenemos acceso al Padre
(ver Heb 9-10).
Finalmente, debemos notar la
importancia del pacto, en el libro
de Éxodo. El pacto fue establecido al
pie del monte Sinaí, con Moisés actuando como mediador entre Dios y el pueblo
(Éx 24). Ese pacto preparó el camino
para el Nuevo Pacto, establecido en el monte Calvario, con Cristo actuando como
mediador entre Dios y los integrantes del Nuevo Pacto (la Iglesia). Ver Mateo 26:28. Esperamos que el estudio de Éxodo nos ayude a
conocer más a Dios, y a ser desafiados a vivir como miembros del Nuevo Pacto
(Éx 19:5-6; 1 Ped 2:9-10).
No hay comentarios:
Publicar un comentario