El apóstol comenzó esta carta detallando algunas de
las bendiciones espirituales que tenemos en Cristo (Efe 1:3-14). Luego oró, pidiendo a Dios que concediera a
los creyentes en Éfeso entendimiento espiritual (Efe 1:15-23). En el capítulo 2, Pablo explicó varios
aspectos importantes de la salvación de los gentiles. Habiendo hecho eso, se dispone ahora a orar
una vez más, pidiendo que Dios les ayude a entender esas grandes verdades (Efe
3). Pero la oración de Pablo quedó
truncada. Comenzó diciendo, “Por esta causa…” (v.1a); ver Efe
1:15. Sin embargo, se distrae, y no
avanza con la oración hasta el v.14.
¿Por qué se distrajo de lo que estaba por pedir a Dios
en oración? Al parecer, se debe a la
frase, “prisionero de Cristo Jesús por
vosotros los gentiles” (v.1b). Pablo
estaba hablando del poder de Dios que salva a los gentiles (Efe 2). Pero si Dios es tan poderoso, ¿por qué Su
mensajero oficial (el apóstol) está arrestado, y en la cárcel? La respuesta tiene que ver con “la administración
de la gracia de Dios” (v.2). Como el
plan de salvación es de Dios, Él ‘administra’ esa salvación
cuidadosamente. Si Pablo está en la
cárcel, Dios tendrá Sus razones de permitirlo.
Lo que no se puede negar es que Pablo es una persona
muy especial en los planes de Dios para la salvación de los gentiles. Dios le encomendó a él un ‘misterio’ muy
importante – “el misterio de Cristo”
(v.3). Pablo llegó a conocer ese
‘misterio’ por revelación especial. Fue
un ‘misterio’ no revelado antes (¡ni a los judíos!), “como ahora es revelado a Sus santos apóstoles y profetas” (v.5). El ‘misterio’ es lo que Pablo acaba de enseñar
en Efe 2:13-22); “que los gentiles son
coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo
Jesús” (v.6). En el Antiguo
Testamento los gentiles podían ser salvos, pero eso requería que se volvieran
judíos (‘prosélitos’). Ahora, en el
Nuevo Pacto, las cosas cambian. Los
gentiles pueden ser salvos aparte de Israel, por la sencilla razón que hay un
nuevo pueblo (la Iglesia), compuesto por judíos y gentiles.
Pablo se consideraba un “ministro” (‘siervo’) de ese ‘misterio’ (v.7). No se sentía digno de ser un apóstol; pensaba
que era “el más pequeño de todos los
santos” (v.8). Él había perseguido a
la Iglesia, y había blasfemado el nombre de Cristo (1 Tim 1:12-15). No merecía el privilegio de ser un
apóstol. Su ministerio se debía
enteramente a dos cosas: el poder de Dios (v.7b), y Su “gracia” (v.7-8).
Como apóstol y ministro, Pablo tenía dos grandes
responsabilidades: la de predicar el evangelio entre los gentiles (v.8b), y la
de anunciar a todos “la dispensación del
misterio” (v.9a). El ‘misterio’ de la inclusión de los gentiles en el plan
de salvación (ver v.6) era algo que Dios tenía planeado (en forma ‘escondida’)
desde la eternidad (v.9b). El propósito
de ese ‘misterio’ era manifestar la tremenda sabiduría de Dios, ante los ojos
de las huestes espirituales (v.10). Por
ser un plan trazado en la eternidad (v.11), Pablo tenía tremenda confianza en
ello (v.12). Por lo tanto, su estadía en
la cárcel (sus “tribulaciones”, v.13a) no era motivo de tristeza y
preocupación, sino de gloria (v.13b), porque era parte del cumplimiento del
plan perfecto de Dios. ¡Qué gran hombre
era Pablo! ¡Qué manera de entender las
cosas!
REFLEXIÓN:
¿Estamos convencidos de que nuestra vida está en las manos de Dios? ¿Estamos considerando cada detalle de nuestras
vidas como el cumplimiento del plan eterno de Dios? Qué tremendo es saber que Dios ha planeado
todo, desde la eternidad, para Su gloria, y para nuestro bien. Dediquemos un tiempo ahora para alabar Su
nombre.
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