domingo, 14 de octubre de 2012

'El Plan Eterno de Dios' (Efe 3:1-13)



El apóstol comenzó esta carta detallando algunas de las bendiciones espirituales que tenemos en Cristo (Efe 1:3-14).  Luego oró, pidiendo a Dios que concediera a los creyentes en Éfeso entendimiento espiritual (Efe 1:15-23).  En el capítulo 2, Pablo explicó varios aspectos importantes de la salvación de los gentiles.  Habiendo hecho eso, se dispone ahora a orar una vez más, pidiendo que Dios les ayude a entender esas grandes verdades (Efe 3).  Pero la oración de Pablo quedó truncada.  Comenzó diciendo, “Por esta causa…” (v.1a); ver Efe 1:15.  Sin embargo, se distrae, y no avanza con la oración hasta el v.14. 

¿Por qué se distrajo de lo que estaba por pedir a Dios en oración?  Al parecer, se debe a la frase, “prisionero de Cristo Jesús por vosotros los gentiles” (v.1b).  Pablo estaba hablando del poder de Dios que salva a los gentiles (Efe 2).  Pero si Dios es tan poderoso, ¿por qué Su mensajero oficial (el apóstol) está arrestado, y en la cárcel?  La respuesta tiene que ver con “la administración de la gracia de Dios” (v.2).  Como el plan de salvación es de Dios, Él ‘administra’ esa salvación cuidadosamente.  Si Pablo está en la cárcel, Dios tendrá Sus razones de permitirlo. 

Lo que no se puede negar es que Pablo es una persona muy especial en los planes de Dios para la salvación de los gentiles.  Dios le encomendó a él un ‘misterio’ muy importante – “el misterio de Cristo” (v.3).  Pablo llegó a conocer ese ‘misterio’ por revelación especial.  Fue un ‘misterio’ no revelado antes (¡ni a los judíos!), “como ahora es revelado a Sus santos apóstoles y profetas” (v.5).  El ‘misterio’ es lo que Pablo acaba de enseñar en Efe 2:13-22); “que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús” (v.6).  En el Antiguo Testamento los gentiles podían ser salvos, pero eso requería que se volvieran judíos (‘prosélitos’).  Ahora, en el Nuevo Pacto, las cosas cambian.  Los gentiles pueden ser salvos aparte de Israel, por la sencilla razón que hay un nuevo pueblo (la Iglesia), compuesto por judíos y gentiles.

Pablo se consideraba un “ministro” (‘siervo’) de ese ‘misterio’ (v.7).  No se sentía digno de ser un apóstol; pensaba que era “el más pequeño de todos los santos” (v.8).  Él había perseguido a la Iglesia, y había blasfemado el nombre de Cristo (1 Tim 1:12-15).  No merecía el privilegio de ser un apóstol.  Su ministerio se debía enteramente a dos cosas: el poder de Dios (v.7b), y Su “gracia” (v.7-8).

Como apóstol y ministro, Pablo tenía dos grandes responsabilidades: la de predicar el evangelio entre los gentiles (v.8b), y la de anunciar a todos “la dispensación del misterio” (v.9a). El ‘misterio’ de la inclusión de los gentiles en el plan de salvación (ver v.6) era algo que Dios tenía planeado (en forma ‘escondida’) desde la eternidad (v.9b).  El propósito de ese ‘misterio’ era manifestar la tremenda sabiduría de Dios, ante los ojos de las huestes espirituales (v.10).  Por ser un plan trazado en la eternidad (v.11), Pablo tenía tremenda confianza en ello (v.12).  Por lo tanto, su estadía en la cárcel (sus “tribulaciones”, v.13a) no era motivo de tristeza y preocupación, sino de gloria (v.13b), porque era parte del cumplimiento del plan perfecto de Dios.  ¡Qué gran hombre era Pablo!  ¡Qué manera de entender las cosas!

REFLEXIÓN: ¿Estamos convencidos de que nuestra vida está en las manos de Dios?  ¿Estamos considerando cada detalle de nuestras vidas como el cumplimiento del plan eterno de Dios?  Qué tremendo es saber que Dios ha planeado todo, desde la eternidad, para Su gloria, y para nuestro bien.  Dediquemos un tiempo ahora para alabar Su nombre.

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