Afuera del
tabernáculo había un altar de bronce
(v.1-8). Era un poco más de dos metros cuadrados, con una
altura de un metro y medio (v.1). Aunque
el pasaje describe los materiales y la confección del altar, debemos pensar más
en cómo se usaba el altar. Era el lugar
de sacrificio. Los sacerdotes no podían
ingresar al Lugar Santo, sin antes haber hecho un sacrificio. En la misma manera, nosotros (como
‘sacerdotes’), no podemos entrar en la presencia de Dios, o servirle, sin el
sacrificio de Cristo. Para nosotros, el
altar de bronce representa la cruz del calvario.
Rodeando todo
el tabernáculo, había un patio (v.9-19). La Reina Valera lo llama, el “atrio”.
Era 45m de largo (v.9), por 22.5m de ancho (v.13); con una altura de
2.5m. Nadie podía ingresar a ese patio,
aparte de los sacerdotes. Uno se imagina
la envidia con la cual los hijos de Israel contemplaban a los sacerdotes
ingresar y salir del patio. David lo
expresó en las siguientes palabras:
“Anhela mi alma y aun ardientemente
desea los atrios de Jehová;
Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos”
(Sal 84:2, 10)
El ‘atrio’ era
el lugar donde los sacerdotes adoraban a Dios.
“Entrad por sus puertas con acción de
gracias,
Por sus atrios
con alabanza” (Sal 100:4)
Durante todo el
Antiguo Testamento, sólo una fracción de la población de Israel entraba a ese
patio. Ahora Dios ha abierto las puertas
de Sus atrios de par en par, y millones y millones de personas ingresan cada
día (especialmente los domingos) para alabar a Dios. ¡Qué increíble privilegio!
Finalmente, el
pasaje detalla la clase de aceite
que se usaba para encender el candelabro, que iluminaba el Lugar Santo
(v.20-21). Tenía que ser “aceite puro de olivas machacadas”
(v.20). Ese aceite simboliza el Espíritu
Santo, quien es dado a cada creyente, para iluminar su mente y corazón, y
concederle los frutos y los dones espirituales necesarios para poder servir a
Dios. Tal como el candelabro tenía que
estar encendido toda la noche (v.21), así el creyente debe brillar constantemente
en las ‘tinieblas’ de este presente siglo.
En la eternidad, ¡ya no habrá tinieblas!
REFLEXIÓN: ¿Somos concientes del privilegio de estar en
los “atrios” de Jehová? ¿Nos acercamos a Dios, para servirle, confiando
en la sangre de Cristo? ¿Estamos llenos
del “aceite” espiritual, para
alumbrar en este ‘mundo’, sin dejar que nuestra ‘luz’ se apague (ver Mat
25:1-13)?
MUY BIEN EXPLICADO PAZ Y BENDICIONES
ResponderEliminarMUY BIEN EXPLICADO PAZ Y BENDICIONES
ResponderEliminarAmen🙏😇🙏muy hermoso
ResponderEliminarExelente
ResponderEliminarEdificante estudio y reflexión. Solo como dato quiero decir que el Salmo 84 se le atribuye a los descendientes de Coré y no a David. Saludos Dios les bendiga
ResponderEliminarEl dia de adoracion biblica, es el dia sabado...!
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