Al fin de Su
ministerio terrenal, el Señor ordenó a los apóstoles a ir por todo el mundo
predicando el evangelio, para que de ese modo edificaran la Iglesia, como “morada de Dios en el Espíritu” (Efe
2:22). Sin embargo, sin el Espíritu Santo no podían cumplir esa tarea (Lucas 24:49; Hch
1:8). Lo mismo fue cierto del
tabernáculo. Iba a ser la morada de
Dios. Jehová había dado las órdenes
acerca de cómo construirlo (Éx 25-28 y 30); sin embargo, sin la ayuda del
Espíritu Santo, no podían cumplir la tarea.
Por eso Dios prometió que dos personas en particular – Bezaleel y
Aholiab, recibirían una unción especial del Espíritu Santo, para poder efectuar
(¿dirigir?) la obra de elaborar todos los materiales para el tabernáculo
(v.2-6a). Sin embargo, otros también recibieron
la ayuda del Espíritu de Dios (v.6b).
El Espíritu
Santo fue dado para conceder la sabiduría y la inteligencia necesaria “para inventar diseños, para trabajar en oro,
en plata y en bronce…para trabajar en toda clase de labor” (v.3-5).
Aunque Dios
había prometido ayudar al pueblo de Israel en todo lo que tenían que hacer, Él
esperaba de ellos un compromiso de obediencia.
Esa obediencia se evidenciaría en el asunto de guardar el día de reposo
(v.12-17). Es importante notar que el
día de reposo (el sábado) era una “señal”
(v.13, 17). Pero, ¿señal de qué? Señal
de que Israel era el pueblo escogido por Dios (v.13b).
¿Debemos
guardar el sábado? Si somos gentiles, ¡NO! Por la sencilla razón que somos cristianos,
no judíos. Hoy en día, el judío debe
circuncidarse y guardar el sábado, porque es judío. Pero, los creyentes gentiles debemos
bautizarnos y guardar el domingo, para evidenciar que somos cristianos, y no
‘judaizantes’.
REFLEXIÓN: A pesar de ser gentiles, y por ende, libres de
la obligación de guardar el sábado como el día de reposo, no debemos pasar por
alto la exigencia de Dios en el v.14-15.
Al guardar el domingo, ¡procuremos guardarlo como los judíos guardaban
el sábado!
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