miércoles, 12 de diciembre de 2012

'Un Corazón Dispuesto y Generoso' (Éxodo 35:1 - 36:2)



 Una vez que el pacto fue renovado (Éx 34), todo estaba listo para proceder con el trabajo de la construcción del tabernáculo.  El perdón de Dios produjo la reconciliación.  Dios no guardaba rencores; lo pasado, pasó, y quedó en el olvido.  En señal de esa reconciliación, Dios ordenó al pueblo a traer sus ofrendas para el tabernáculo (v.4-9). 

Hay una frase que debemos notar: “todo generoso de corazón” (v.5).  Para Dios, lo importante no es lo que traemos, sino cómo lo traemos.  Dar a Dios bajo presión, o mezquinamente, no conviene. ¿Por qué fue generoso el pueblo, en ese momento?  Seguramente, por haber visto la gloria y el poder de Dios, y por haber entendido la grandeza de Su perdón y Su misericordia (Éx 34:6-7).  Nuestra generosidad es una buena medida de nuestro entendimiento espiritual.

El tabernáculo requería no sólo dar ofrendas, sino trabajar. Felizmente, el pueblo de Israel respondió al desafío (v.10-19).  Notemos que el trabajo de construcción exigía sabiduría de corazón (v.10).   Esa sabiduría no era ‘natural’, sino ‘sobrenatural’. Fue dada por Dios, como leemos en el v.31 (ver también Éx 31:3-5; 36:1).  El talento artístico es uno de los regalos de Dios el Espíritu Santo. 

Habiendo escuchado la voz de Dios, el pueblo comenzó a obedecer (v.20-29).  Una vez más hay ciertas frases que debemos notar: “todo varón a quien su corazón estimuló” (v.21a); “todo aquel a quien su espíritu le dio voluntad” (v.21b); y “todos los voluntarios de corazón” (v.22).  ¡Cuán importante es el corazón!  ¿Cómo podemos estimularlo a buenas obras?  Recordando todas las bondades de Dios en nuestras vidas. 

La tarea de dirigir toda la obra fue encargada a dos hombres (Éx 35:30 – 36:1).   Ellos habían sido preparados por Dios (v.31). Su tarea no era sólo construir, sino entrenar a otros en la obra de construcción y decoración (v.34). ¡No es bueno acaparar todo el trabajo!  Debemos estar dispuestos a compartir el ministerio.

REFLEXIÓN: ¿Tenemos un corazón dispuesto a dar de nuestros bienes y de nuestros talentos para la obra del Señor?  ¿Cómo podemos estimularnos, o motivarnos, a ser más generosos y sacrificados en todo lo que hacemos para Dios?

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